A. JOHANN GOTTLIEB FICHTE (1762-1814)
No sin contradicciones internas, el pensamiento filosófico de Fichte evoluciona desde la época en que presentó a Kant su Ensayo de una crítica de toda revelación (1791) hasta sus célebres Discursos a la nación alemana, pronunciados en la Academia de Berlín entre 1807 y 1808, en los que preconizó -frente al poderío napoleónico- el renacimiento de Alemania mediante un nuevo sistema de educación. El dogmatismo científico de Fichte, de esencia germánica, suscité una vigorosa oposición. Y renace transitoriamente al estallar en 1914 la primera guerra mundial.
Las obras más importantes de Fichte son las que escribió entre los años de 1794 y 1800. Así los Fundamentos del conjunto de la Teoría de la Ciencia la Primera Introducción a la Teoría de la Ciencia la Segunda Introducción a la Teoría de la Ciencia los Fundamentos del Derecho Natural según los principios de la Teoría de la Ciencia y Sobre el destino del hombre. A partir de 1800 la filosofía de Fichte evoluciono hacia un idealismo absoluto teñido de misticismo.
Para este pensador, el nuómeno es una pura hipótesis: lo irreductible es el espíritu humano -el yo, el sujeto- del que es preciso derivarlo todo aplicando el principio matemático de la identidad. Al afirmarse, el yo crea por oposición el no yo. Pero ambas entidades están subordinadas a un principio de unidad total: el yo absoluto, o sea Dios. Corolario de lo anterior será que la regla suprema de la conducta humana consiste en subordinar el no yo, y ser libre. Conservar la propia libertad, explica Reinach, es la esencia del derecho, y respetar la libertad ajena es el principio básico de la contrapartida del derecho, es decir, del deber.
Pero el yo solamente existe cuando piensa: el acto de pensar es el principio de la existencia, y el pensamiento es el punto de partida de la creación de contenidos de conciencia. Evidente retorno a Descartes. Pero lo que da su signo idealista a la filosofía de Fichte es que, al parecer, el pensador llega a la conclusión de que inclusive la materia es "una creación" del sujeto pensante. El objeto de la Teoría de la Ciencia, noción que Fichte identifica con la de Filosofía, es explicar este proceso. Una serie de consideraciones de carácter abstracto y sutil permiten a Fichte contraponer proposiciones reductibles o irreductibles, pero sometidas todas a tres principios fundamentales o "acciones del pensamiento", sobre los cuales reposan los de identidad, contradicción y razón suficiente.
De la manera como el yo entra en contradicción consigo mismo por la "posición" del no yo, y elimina esta oposición mediante la limitación de ambas entidades, fluye el proceso de la evolución, que es infinito y que se traduce o formula en el método dialéctico de la tesis, la antítesis y la síntesis. Este es el inmediato antecedente del devenir hegeliano y, posiblemente, el aporte más fecundo de Fichte al pensamiento moderno.
Distingue Fichte una filosofía teorética y una filosofía práctica, en lo que sigue a Kant, pero su posición es totalmente idealista, toda vez que en su filosofía todo fluye del yo pensante. Ahora bien: en eL saber o conocimiento se realiza la síntesis del orden subjetivo y del objetivo, del yo y del no yo: se llega así a una unidad trascendental, objeto propio "de la más alta filosofía".75
B. GEORG FRIEDRICH HEGEL (1770-1831)
Las principales obras de este gran pensador son la Fenomenología del espíritu (1807), la Ciencia de la Lógica (1812-1816), el Esbozo enciclopédico de las Ciencias Filosóficas (1817), el Esbozo de la Filosofía del Derecho (1821) y sus célebres cursos sobre Historia de la Filosofía, Filosofía de la Religión y Filosofía de la Historia. Sobre las tesis contenidas en estos tratados y las consecuencias que al respecto tiene su dialéctica, puede consultarse la segunda parte de la presente obra.
Hegel aspira a "un conocimiento absoluto", es decir, un saber que abarque tanto al yo como al no yo. Pero la realidad se nos aparece como algo que se impone absolutamente y que está en continua evolución -aporte este debido a Schelling-. luego el no yo deriva de la razón y todo lo real es racional, así como todo lo racional es real. Por ésto Hegel dé el nombre de "Lógica" a la Metafísica.
La razón humana opera dialécticamente, al igual que la realidad: a un estado, que llama tesis, se opone otro llamado antítesis, y ambos se resuelven en un tercer estado, la síntesis: ser, no ser y devenir. Después de lo cual, la síntesis pasa a constituir la tesis de una nueva tríada, conceptual y real a la vez, y así sucesivamente hasta el infinito.
Este proceso arranca en el ser, que es la tesis, o sea "un algo no concreto". Al pensar el ser, "se piensa en nada". Y la nada es lo puesto al ser, y por lo tanto su antítesis. El paso del ser a la nada constituye un tercer estado que implica una relación conceptual y real, la síntesis. Por esto último, precisamente, este proceso no ocurre solamente en el plano de la inteligencia sino en el de la realidad. -"Cuando pienso en el ser, explica Julían Marías, veo que lo que de verdad pienso es la nada; lo cual significa que, en general, en cada estado se encuentra la verdad del estado anterior (...). Cada estado se apoya en los anteriores y contiene la verdad de todos los pasados".76
Sobraría insistir en la importancia que entraría el carácter evolutivo de la dialéctica hegeliana, que arranca de Fichte, pero que en último análisis fluye de las tesis de Heráclito. La dialéctica adquiere aquí un sentido trascendental y sistemático, porque abarca toda la realidad. Pero como toda la realidad es lo absoluto, y lo absoluto es Dios, la existencia divina consiste en un devenir dialécticamente necesario. Los seres finitos o perecederos son estadios o grados de ese proceso evolutivo, que llega a identificarse con la esencia misma de la divinidad. Esto explica cómo el sistema de Hegel es, en el fondo, de carácter netamente panteísta.
Siguiendo el mismo criterio de lo que pudiéramos llamar tricotomía integracional, Hegel observa que, frente a la naturaleza, el espíritu significa interioridad, orden subjetivo. Este orden será también evolutivo y abarcará tres estados, que el gran pensador denomina espíritu subjetivo, espíritu objetivo y espíritu absoluto.
El espíritu subjetivo es el sujeto que se conoce a sí mismo, y en el que distingue Hegel tres estados: alma, o sea el espíritu que unido al cuerpo anima a éste; conciencia, que es el espíritu que vigila su propia actividad, y espíritu propiamente dicho, que es la síntesis de los dos primeros estados. Este último realiza plenamente las funciones congnoscitiva y volitiva.
El espíritu objetivo es la síntesis de la realidad o naturaleza, considerada como tesis, y del espíritu subjetivo, que surge como antítesis. Para Hegel, la suprema creación o manifestación del espíritu objetivo es Estado. Aparece aquí otra tríada, porque el primer estadio del espíritu objetivo es el derecho, y el segundo la moralidad: síntesis de ambos será la eticidad, forma suprema que envuelve y transfigura los dos primeros estadios.
El espíritu absoluto es el fundamento de todo lo demás: es el espíritu "en sí y para sí", que se identifica con toda verdad trascendental. De donde la Filosofía es lo absoluto en cuanto se conoce a sí mismo. A través de los senderos del arte y de los anhelos de la religión, el espíritu absoluto avanza hasta culminar en la Filosofía. Esta es la última de las grandes triadas de integración formuladas por Hegel, a la cual -desde luego- no puede llegarse conceptualmente sino después de un estudio conjunto de sus obras y, también, de la evolución de su pensamiento.
-"La filosofía hegeliana, escribe Ludwig Busse, es la síntesis definitiva en la que están contenidos los sistemas anteriores. En ella, el espíritu absoluto se hace consciente de sí mismo de manera total y reconoce, en la evolución histórica, que ha recorrido todo el contenido de su propia esencia".77
C. FRIEDRICH WILHELM SCHELLING (1785-1854)
El aporte fundamental de este pensador es la llamada "Filosofía de la identidad". Schelling partió de Fichte y concibió la realidad o naturaleza como "espíritu hecho visible" y, a la vez, como un medio de que el Creador se sirve para suscitar una conciencia en los espíritus individuales. Lo cual ya nos está diciendo que el pensamiento de este filósofo linda con la mística.
De acuerdo con Fichte, sostiene Schelling que la filosofía tiene -necesariamente- que derivar la noción de lo real de algún principio supremo. Pero este principio no reside en el yo, sino que consiste en la identidad de sujeto y objeto, de espíritu y naturaleza. Todo tiende a "concienciarse", porque la conciencia, como explica hermosamente Salomón Reinach, duerme en el mineral, late en la planta, sueña en el animal y se despierta en el hombre.78
De otra parte, la razón de lo absoluto se desarrolla o evoluciona precisamente en los contrastes que presentan el sujeto y el objeto, lo ideal y lo real, el espíritu y la materia. Pero en el proceso de "concienciación" existen dos líneas o corrientes: una real y otra ideal. Ambas fluyen en tal forma que su curso tiende a confundirse, creando una entidad superior, a la manera que de la reunión o confluencia de dos corrientes de agua puede nacer o nace un gran río.
La evolución de la línea real pasa de fenómenos en que predomina la materia a otros en que ésta se transforma y espiritualiza, tal como ocurre con la luz o con los seres de la escala biológica. Por su parte, la línea ideal alcanza su máximo desarrollo en la intuición estética, que para Schelling no es otra cosa que la unidad del aspecto inconsciente (real) y del consciente (ideal) del espíritu. Pero sólo en el conjunto del universo se da la absoluta identificación de ambos factores. Parece ser que tal conjunto no es otra cosa que una entidad creadora, intuída por la filosofía. En definitiva, una "entelequia divina", un nuevo nombre de Dios.
Vemos así que a las sistemáticas y rigurosas construcciones de Kant, e inclusive de Hegel, sigue un pensamiento filosófico basado en intuiciones de carácter místico y propiamente poético. Una vez más tuvo razón Reinach al terminar el comentario que consagra al autor del Sistema del Idealismo Trascendental: -"Schelling nos deja el recuerdo de un poeta de alto vuelo, extraviado en la filosofía y en la ciencia".79
D. ARTHUR SCHOPENHAUER (1788-1860)
El autor de El mundo como voluntad y como representación y Sobre la cuádruple raíz del principio de razón suficiente aparentó ser un implacable adversario de los idealistas, y en particular de Hegel. Pero no pudo escapar al signo de su tiempo, de su cultura y de su raza. Sólo que fue un pensador cuyas ideas reflejaron, ante todo, su vida emocional, sus pasiones y sus propios complejos. Sin embargo, fue muy grande su influencia, porque sus tesis coincidieron con el auge de la sensibilidad romántica.
El mundo, para Schopenhauer, es una "representación", es decir, una apariencia. Pero entre las cosas que conocemos hay algunas que no son apariencias: así nuestra propia entidad, que se nos revela -ante todo- como voluntad de vivir, como un querer o inclinación vital e intelectual que nos lleva a aspirar a algo y en ocasiones a conseguirlo, pero que en ambos casos nos conduce al dolor.
Aparece aquí, en el pensamiento de Schopenhauer, la influencia de determinadas filosofías orientales. Porque si la vida es dolor, y el placer un paréntesis dentro de ese dolor, la voluntad de vivir es un mal. Del cual sólo podemos escapar mediante la anulación de nuestra propia voluntad. Vale decir, dejándonos llevar "por la corriente Nirvana". De donde el pensamiento de Schopenhauer resulta ser pesimista en sus planteamientos y todavía más pesimista en sus conclusiones.
La redención, por consiguiente, será la destrucción o la autodestrucción. Esta es la tesis negativista que ilustré Ricardo Wagner en muchos de sus grandes dramas musicales y, particularmente, en Tristan e Iseo, bien que complementándola con la del amor que redime, pero aniquila.
Schopenhauer se preocupó especialmente por los asuntos concernientes a la belleza artística y concedió, en este terreno, una importancia fundamental a la música, como elemento libertador y purificador. -"Mas la felicidad que la consideración estética proporciona, explica Busse, es de corta duración. La voluntad interviene de nuevo y, tras del goce que nos proporciona, nos hace apreciar como doblemente dolorosa la infelicidad de la existencia. Una redención verdadera sólo puede alcanzarse por la negación de la voluntad de vivir".80 Sin duda, la filosofía de Schopenhauer es la que corresponde a un hombre genial, infortunado y misógino.
Asignatura: CRF
Publicación: 3er Parcial
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